lunes, 9 de abril de 2012

Cuando la isla del Infierno estaba en Canarias


Hubo un tiempo en el que la isla de Tenerife no era el lugar turístico que hoy en día conocemos, una época en la que los mitos y leyendas hablaban de ella como Tornefis o "la isla del infierno".
Era un pedazo de tierra rodeada por el agua del Océano Atlántico que desprendía fuego y lava; los navegantes medievales que por allí pasaron le tenían mucho miedo y respeto.

Carta náutica de los hermanos Pizzigani de 1367 (Cartocan) 

La denominación de Tenerife como Isla del Infierno aparece registrada por primera vez alrededor del año 1350 en el 'atlas Mediceo Laurentino'. Posteriormente, en 1365 fue nombrada también así en la carta náutica de los hermanos Pizzigani.
Crónicas de la Edad Media nos cuentan cómo el Teide, su volcán, se encontraba permanentemente en erupción y los materiales lávicos desprendidos moldearon su forma y tamaño actual. Los marinos decían que la isla había adquirido la forma de un rastrillo, el mismo que usaba el demonio; esto les convencía de que aquella era la puerta del infierno, un lugar que tenía acceso directo a través del volcán a lo más profundo de la tierra, una puerta para acceder al hogar del mismísimo diablo.


Estatua de Guanche (Flickriver-nigelallinson)

En las crónicas sobre el Tenerife medieval nos encontramos con Jean de Bethencourt, colonizador de las Canarias en el siglo XV, que cuenta cómo eran los hombres que habitaban la isla del infierno, describiéndolos como "(…)el pueblo más fuerte de estas islas. Nunca han sido reducidos o esclavizados, como los de las otras islas(…)".
La situación geográfica de las Islas Canarias ha permitido que, desde hace centenares de años, se haya especulado sobre los orígenes de los que hoy en día conocemos como 'islas afortunadas'.
Entre las muchas leyendas que han circulado alrededor del archipiélago está la que nos habla de 'San Borondón', una isla que aparece y desaparece desde hace siglos y cuyo mito tiene origen en los autores de la Grecia Clásica. Evidentemente, todo esto forma parte de la mitología y las historias populares que se han ido contando generación tras generación desde los antiguos guanches que allí residieron hasta nuestros tiempos.


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